martes, 14 de octubre de 2008

Berlín 29 de mayo a 1 de Junio de 2008


Alemania empieza en el Aeropuerto de Málaga. Todos los letreros de este aeropuerto están en español, inglés... y alemán. Hasta aquí ha extendido sus tentáculos el nuevo imperio Alemán, en forma de jubilados y turistas. Nada que objetar, por el momento...


En este aeropuerto, para entretenimiento de los viajeros que esperan, hay una pecera con fumadores dentro, suspendidos, ingrávidos en el denso humo. A veces salen a fuera, a respirar. Está prohibido pescarlos, y si los pescas, tienes que devolverlos al humo.

El vuelo en Easy Jet, es de bajo coste, pero alto enlatamiento. Es muy recomendable para viajeros que echan de menos el metro o el autobús en horas puntas, así que cuando aterrizas, estás en la mejor predisposición para mirar con simpatía el país que te recibe. ¡Cualquier cosa por huir del avión y recuperar el juego en las articulaciones! Prefiero no pensar lo que será viajar en patera.

La toma de contacto con "el país extranjero" fué un poco.. peculiar. El taxista que tenía que esperarnos, llegó 20 minutos tarde y en la recepción del hotel no hablaban más que alemán, porque el que hablaba inglés ya se había ido a casa...
De primeras, Alemania se nos va pareciendo un poco mucho a España, ¿no? Menos mal que el taxista tenía pinta de vikingo y no iba escuchando la COPE.

Pero, con buena voluntad y mediante el universal lenguaje de signos y jeroglíficos no egipcios nos entendimos unos con otros y pudimos tomar posesión de la habitación e incluso dormir.

Lamentablemente, los alemanes deben ser una especie madrugadora por naturaleza (como las avecillas canoras), por lo que el hotel carecía de persianas u otro tipo de protecciones contra los rayos del sol. Obligados por las circunstancias -mas en contra de nuestra propia voluntad-, nos arrojamos de la cama y nos entregamos a un festín de desayuno transcontinental.

Lo malo de estos desayunos pantagruélicos, es que impiden prácticamente toda movilidad al menos hasta la hora de la comida, pero - violentando de nuevo nuestro albedrío- nos dirigimos a conocer la ciudad.

Cogimos el metro (hay unos bono-transporte de uso diario muy convenientes) y ¡ale, ale! a correr por el mundo adelante.

Llegamos hasta la Nordbanhoff, pues parece que ver el casi inexistente muro de Berín es algo así como obligatorio. A mí me parece que donde mejor está ése muro es sepultado en la recóndita memoria colectiva, junto con los nazis, la Inquisición y otros subproductos de la mente alemana y europea.

Un muro, es un muro y sirve -mayormente- para que no puedas ver lo que hay detrás o para que no vayas más allá (o no vengan otros más pacá). Un asco, vamos. También sirve para hacer pintadas, pegar carteles y mear.

Pero todo pasa en esta vida, como el sarampión e incluso el muro y habíamos venido para ver-Ber-lín.

Berlín es muy moderna y muy imperial. Por lo visto, después de la reunificación estaba hecha una mierdecilla, pero la verdad es que ahora goza de muy buena salud.

Comenzamos nuestro paseo cerca del pirulí, es decir, la torre de la televisión. Aquí es una bola pinchada en una aguja un tanto infinita. Es dificil meterla entera dentro de una foto, así que -pa chulo, yo- la he metido junto con el ayuntamiento, que es más bien rojo y de ladrillo.

En nuestro papel de turistas, iniciamos nuestro deambular con el mapa en la mano, talmente como si anduviéramos tras la búsqueda del tesoro.

Ibamos absortos en nuestro mapa que no mirábamos donde pisábamos, por o que una anciana nos advirtió que no pisáramos unas lápidas que había en el suelo con un nombre y una fecha: Recordatorios de judíos asesinados o desaparecidos en el campo... Estas lápidas se podían encontrar en todo Berlín. En el suelo, en las paredes...

Unter den Linden es la avenida principal de la ciudad, algo así como la Gran Vía.. pero en grande e imperial. Vamos que no es como nada de Madrid., no nos engañemos. Tampoco se engañe usted, Sr. Gallardón.
Unter den Linden, significa "Bajo los tilos". Yo no vi ninguno, pero tampoco me fijé mucho en los árboles, porque había otras cosas que mirar.

Los "muñequitos" de los semáforos de Berlín -rojos y verdes- se han convertido en un icono de la ciudad. Son muy peculiares. Los hay en camisetas, llaveros... etc.

En Alemania se inventó el ecologismo, o al menos, muchos ecologistas son alemanes (y la viceversa). Hay taxis de tracción humana, la versión germánica en aluminio y fibra de carbono de los ricksaws de la India. En el centro de Berlín no hay muchas cuestas.

También hay coches de caballos. como en Córdoba.
Un detalle curioso: Los coches de caballos de Berlín no contaminan, porque las cagadas equinas son recogidas por un adminí-culo ad hoc (que es como una rampa que está situada en la vertical del culo del caballo y que guía con eficacia tal resíduo sólido hasta el interior de un depósito, donde queda recogido)

Realmente, pasear bajo los tilos (¿los aniquilarían los bombardeos de la guerra, o los utilizaron los berlineses para calentarse en los fríos inviernos de la posguerra?) es impresionante. En esta avenida está la Opera, el museo de historia... hasta los institutos de bachillerato son monumentales en esta avenida.

Como Berlín fué dividido por los que ganaron la guerra (incluidos los franceses, aunque a ellos "se la ganaron" pues estaban muy ocupados bebiendo agua de Vichy), pues la dividieron en cuatro zonas: Británica, francesa, Norteamericana y Soviética. Por esa razón, las embajadas de estos países son un tanto excesivas. La Británica es un ejemplo, con una bandera descomunal que proyecta su sombra sobre los viandantes como las alas de un murciélago....

Cerca ya está el hotel Adlon, que suena a película de nazis y de espías en ropa interior (No me refiero a James Bond en gayumbos). Todavía sigue siendo un antro de reunión y conspiraciones malignas de influyentes personajes, a juzgar por el pelo de los vehiculillos que aparcaban en la puerta (de Bentley pa'arriba) y las masas policiacas desplegadas en su alrededor.

Acabaremos llegando a la puerta de Brandenburgo, que está a un paso. Pero eso lo dejaremos para mas tarde, primero habrá que beber una cervecita.